SAN MAXIMILIANO, UN HOMBRE FELIZ!
Introducción: Deseamos vivir
esta noche en preparación al día de la memoria del gesto de amor de San
Maximiliano siguiendo la invitación del papa Francisco a redescubrir la alegría
del Evangelio que se renueva y se comunica anunciándolo con el propio
testimonio así como ha animado toda la vida y la misión de Padre Kolbe.
Invitación a la alabanza
Guía: En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Asamblea: Amén
Canto
Guía: Bendito sea el Señor Dios, Trinidad de amor: luminosas
son sus obras, misericordiosos sus caminos. A Él dé gloria toda criatura. El
bendiga y exalte toda criatura.
Asamblea: Tuya
es la gloria, el honor y la adoración Padre, Hijo y Espíritu Santo, ahora y
siempre. Amén
Invocación
al Espíritu:
1L.- Ven a nosotros, Espíritu de Cristo,
Ven a juzgarnos, frágiles discípulos,
Desviados de miles tentaciones, siempre necesitados de
conversión.
Estribillo
2L.- Tú has iluminado a los hombres de fe
de todos los pueblos y de todo tiempo;
has inspirado a los profetas y sostenido a los mártires;
has guiado a Jesús de Nazaret y a sus primeros discípulos;
has sostenido y sostienes la Iglesia
en su dificultoso navegar en las tempestades de la historia.
Estribillo
Asamblea.-Haznos comprender, sobre
las huellas del padre Kolbe,
la fuerza del Evangelio de la
cruz,
releído con los ojos de los
pobres y de los humildes,
anunciado hasta los confines de
la tierra.
Amén.
Iº Momento
No estoy yo aquí, que soy tu Madre?
Lectura del evangelio de San
Lucas
Por entonces María tomó su decisión y se fue, sin más demora, a una
ciudad ubicada en los cerros de Judá.. Entró en la casa de Zacarías y saludó a
Isabel.
Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre. Isabel se
llenó del Espíritu Santo. Y exclamó en alta voz: «¡Bendita tú eres entre las
mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Cómo he merecido yo que venga a mí la
madre de mi Señor? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de alegría
en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirían las promesas
del Señor!»
Canto (Grabador Proclama mi alma baile)
Del Papa Francisco:
Cada vez que miramos a María
volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. En ella vemos
que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los
fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes.
Ella es la misionera que se
acerca a nosotros para acompañarnos por la vida, abriendo los corazones a la fe
con su cariño materno. Como una verdadera madre, ella camina con nosotros,
lucha con nosotros, y derrama incesantemente la cercanía del amor de Dios. (E.G. 288. 286)
G. Con María
avanzamos confiados y le decimos:
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Consíguenos
ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Estrella de la
nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio
viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén. Aleluya.
De los escritos de
san Maximiliano:
Espero que con la ayuda de la Inmaculada, consigas llevar a cabo lo que
habías iniciado y perseverar en tu puesto hasta la muerte gloriosa. La verdad
que no sería digno de un caballero desertar por ningún motivo. La vida es
breve, estos pocos años que vivimos sobre esta tierra pasan muy deprisa: ¿Cómo
se les podría privar de la entrega que de ellos hicimos a la Inmaculada? Se muy
bien que a veces la vida en la tierra de misión es dura; sin embargo, intenta
imaginar lo dulce que será el momento de la muerte para aquel que, en aquel
instante supremo, pueda decir que ha ofrecido mucho, muchísimo en sacrificio a
la Inmaculada. Reza en las dificultades, reza mucho y obtendrás la preciosa
gracia de la perseverancia. La Inmaculada te bendiga. (EK 813)
Momento
de silencio reflexivo
San
Maximiliano, María te ha hecho similar a Ella misma, te ha nutrido con la leche de
su gracia. Ayúdanos a dejarnos guiar solamente por Ella, a dejarnos plasmar
siempre más libremente por Ella.
Gesto: Los representantes de los distintos grupos
ofrecen una flor a la Virgen como signo de nuestra entrega a Ella a través de
la consagración a la Inmaculada
Canto:
2º Momento
¡No nos dejemos robar la alegría evangelizadora!
Lectura del evangelio de San Juan
Así también ustedes ahora sienten tristeza, pero yo los volveré a ver y
su corazón se llenará de alegría, y nadie les podrá arrebatar ese gozo.
Del Papa Francisco:
La
alegría del Evangelio es esa que nada ni nadie nos podrá quitar (cf. Jn 16,22). Los males de nuestro mundo
—y los de la Iglesia— no deberían ser excusas para reducir nuestra entrega y
nuestro fervor. Mirémoslos como desafíos para crecer. Además, la mirada
creyente es capaz de reconocer la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en
medio de la oscuridad, sin olvidar que «donde abundó el pecado sobreabundó la
gracia» (Rom 5,20).
Nuestra fe es desafiada a vislumbrar el vino en que puede convertirse el agua y
a descubrir el trigo que crece en medio de la cizaña. (E.G. 84) Llamados a iluminar y a comunicar vida,
finalmente se dejan cautivar por cosas que sólo generan oscuridad y cansancio
interior, y que apolillan el dinamismo apostólico. (E.G. 83)
G. La
riqueza de los dones y la magnificencia de las vestiduras de la esposa, de la
que nos habla el salmo 44, nos indican los dones de la gracia y de la
vida interior con que el esposo la ha adornado y la variedad de los pueblos que
ella lleva en sí misma y su fecunda maternidad espiritual. Con el salmista
alabemos el nombre del rey con todos los pueblos de la tierra:
Una hija de reyes está de pie a tu derecha:
es la reina, adornada con tus joyas y con oro de Ofir.
¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él;
la ciudad de Tiro vendrá con regalos
y los grandes del pueblo buscarán tu favor.
Embellecida con corales engarzados en oro
y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían,
con gozo y alegría entran al palacio real.
Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra.
Yo haré célebre tu nombre por todas las generaciones;
por eso, los pueblos te alabarán eternamente.
De los escritos de
san Maximiliano:
Pues bien, ustedes saben cuántas personas en el mundo no conocen aún a
Dios, no conocen a la Inmaculada y, por consiguiente, a veces se preguntan
hasta el porqué de su existencia. Estos no poseen la felicidad, sobre todo en
las dificultades de la vida y en los sufrimientos. No saben que el fin del
hombre es Dios y que toda realidad de este mundo es sólo un medio para llegar a
Dios en la eternidad, en el paraíso. No saben que la Mediadora de todas las gracias,
la madre espiritual de todos los hombres es María Inmaculada; no saben que
recurriendo a Ella, amándola, se acercan a Dios de la manera más fácil y más
rápida. (EK 758)
Momento de silencio reflexivo
Gesto. Encendemos algunas antorchas como compromiso de nada ni nadie nos
robe la alegría de evangelizar haciendo nuestras pas palabras de San
Maximiliano : «Cuando el fuego del amor se enciende, no puede
quedar encerrado en los límites del corazón, si no que desborda, incendia,
devora, conquista otros corazones, conquista almas siempre más numerosas al
propio ideal, la Inmaculada».
Canto:
3 Momento
“Navega mar adentro...”
Lectura del evangelio de San Lucas
“cuando
terminó de hablar, dijo a Simón: “Navega mar adentro, y echen las redes”.(Lc
5,4)
Del
Papa Francisco:
Los desafíos están para superarlos. ¡Seamos realistas,
pero sin perder la alegría, la audacia y la entrega esperanzada!
Pequeños pero fuertes en el amor de Dios, como san
Francisco de Asís, todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad
del pueblo y del mundo en que vivimos. (E.G. 109 y 216)
G.- El Salmo 111 celebra
la grandeza y la felicidad del hombre justo. Su vida bendecida por Dios, es
recordada aun después de la muerte. Con toda la Iglesia contemplamos la
fecundidad del padre Kolbe con las palabras del Salmo:
Feliz el hombre que teme al Señor
y se complace en sus mandamientos.
Su descendencia será fuerte en la
tierra:
la posteridad de los justos es
bendecida.
En su casa habrá abundancia y
riqueza,
su generosidad permanecerá para
siempre.
Para los buenos brilla una luz en las
tinieblas:
es el Bondadoso, el Compasivo y el
Justo.
Dichoso el que se compadece y da
prestado,
y administra sus negocios con
rectitud.
El justo no vacilará jamás,
su recuerdo permanecerá para siempre.
No tendrá que temer malas noticias:
su corazón está firme, confiado en el
Señor.
Su ánimo está seguro, y no temerá,
hasta que vea la derrota de sus
enemigos.
El da abundantemente a los pobres:
su generosidad permanecerá para siempre,
y alzará su frente con dignidad.
Canto: mientras entran las reliquias
Del Libro el martirio de San Maximiliano Kolbe
“Quisiera y desearía ser reducido a polvo por
la causa de la Inmaculada, por la causa de Dios, y que este polvo mío fuese
esparcido al viento y así se expanda en todo el mundo. De modo que no quede
nada: ahora por lo tanto será perfectamente completa en mí la donación a la
Inmaculada”. (Bar Joachim, el martirio de san Maximiliano Kolbe)
Guía: «El decimocuarto
día, vísperas de la Asunción, fue dada la orden de dar el golpe de gracia a los
sobrevivientes…
Así murió Maximiliano Kolbe, y con él, el niño puro que había amado a la Virgen con todo su corazón: así murió el
joven sacerdote entusiasta, que había anotado en su diario la decisión de
dedicarse a los demás hasta el sacrificio supremo; así murió el prisionero que
alguna vez deseó que sus cenizas fueran esparcidas por el viento y que, el día
de la Asunción, no era más que cenizas en la boca de un crematorio, así terminó
en el silencio y en el abandono, aquella vida de la cual no queda nada
más que el amor.»
Canto final
Entrega del
recuerdo