jueves, 14 de septiembre de 2017

LA CELDA DEL AMOR, SIEMPRE ABIERTA - 14 DE SEPTIEMBRE 2017



100 años de Fátima, 100 años de misión





Uno de los lugares más queridos por los peregrinos en Fátima es la “Loca do cabeço”, a pocos kilómetros de Aljustrel, fracción que comprende la casa de los pastorcitos. En este lugar un ángel se aparece a los tres pequeños videntes en la primavera y en el otoño de 1916, introduciéndolos en una inesperada “aventura” de sufrimiento y de gracia.
Ya ha pasado un siglo de este acontecimiento y sin embargo el mensaje celeste y la “resonancia” que provocó en el corazón de los niños continúan iluminando la Iglesia. Desde la primera e inesperada cita se les propone a ellos el camino de la oración y de la adoración, sugerido de la actitud y de las palabras del ángel, que los introduce en el misterio trinitario. Así, los tres pastorcitos fueron “iniciados” en la lógica de Dios. El cielo penetró gradualmente en sus vidas cotidiana, elevando sus deseos y embelleciendo cada cosa de luz. Esos tres niños con su sí generoso y simple, se convirtieron en luz y ejemplo de vida y de santidad para toda la Iglesia. En el centenario de aquellas manifestaciones celestes, estamos invitados a recuperar la “mirada del Espíritu” sobre nuestra existencia. Es el Cielo que determina la lectura correcta de la realidad, es el Cielo que nos ayuda a caminar bien sobre la tierra. La fuerza que nos mueve no viene de nosotros, sino es Gracia: es rocío sobrenatural que fortalece nuestras acciones, nuestra vida, nuestras relaciones humanas y las santifica, haciéndonos apóstoles de perdón, de esperanza y de caridad sincera.
“El mensaje de Fátima nos pide de rezar y rezar intensamente. Rezar por la paz es un llamado esencial del mensaje y el modo mejor para hacerlo es a través de la meditación y el rosario”[1].
¿Por qué no la misa diaria? La pregunta fue hecha a Hna. Lucía. Ha subrayado que no todos pueden ir todos los días a misa, pero el rosario todos lo pueden llevar siempre consigo.

La oración del rosario, en el mensaje de Fátima, es la más pedida. La Virgen María pidió de rezar el rosario en sus seis apariciones. “Recen el rosario todos los días”. Ninguna otra devoción en la Iglesia fue más recomendada como esta por los Papas, porque el rosario orienta al corazón del Evangelio y nos indica el camino que lleva al cielo. “Cada vez que nosotros rezamos el rosario, contemplando los misterios, nos encontramos en íntima comunión de pensamiento y de sentimiento con las enseñanzas y la vida de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María. El rosario, nos introduce de modo natural en la vida de Cristo y nos hace como 'respirar' sus sentimientos; nos empuja a formar con Él una vida de comunión plena…”[2] La meditación de los misterios, así, nos estimula a seguir el camino de Jesús y de su Madre, hace nacer en nosotros el amor por el Redentor y por cada persona que está a nuestro lado, incluso nuestro enemigo. “Si Jesús es tu maestro, esto es lo que te enseña: ama a tu enemigo y abrázalo como un amigo”[3].

Es en la oración que se transforma el enemigo en amigo, es en la oración, zarza ardiente, donde Dios, nuestro Padre, nos llama a contemplar la compasión que arde en su corazón por
Moisés y por cada uno de nosotros. En la oración, potencia de amor, cambia la suerte de un pueblo y de cada vida.
“Nota característica del mensaje de Fátima es que nos pone en el centro de las preocupaciones mundiales y de los trágicos hechos del siglo pasado…” El 13 de mayo de 1981 fue el
atentado en la Plaza San Pedro contra el Papa, san Juan Pablo II, que estuvo totalmente convencido de haber estado protegido de una mano materna: “Una mano, la del asesino, había disparado y otra mano la había desviado”. Esto demuestra que no existe un destino inmutable y la fe y la oración son más potentes que las divisiones. Fe y oración pueden cambiar la historia del mundo y nuestra historia personal. Esa bala, ahora, forma parte de la corona que está en la cabeza de la estatua de la Virgen de Fátima.
En la Escritura vemos como Dios continuamente escucha el grito del pobre, del débil, del indefenso que invoca su ayuda. “Este pobre hombre invocó al Señor: él lo escuchó y los salvó de sus angustias” (Sal 34,7). El Señor escucha y responde mientras el pobre grita; antes que él haya terminado la oración Dios escucha y responde. Solo es necesario confiar y esperar; el Señor llegará y nos socorrerá.

Maximiliano Kolbe sintió profundamente la verdad de estas palabras y nos dejó una gran riqueza en sus escritos sobre la oración, en los cuales leemos que “la oración es un medio desconocido, y sin embargo el más eficaz para restablecer la paz en las almas, para proporcionarles la felicidad, ya que sirve para acercarlas al amor de Dios. La oración hace renacer el
mundo. La oración es la condición indispensable para la regeneración y la vida de cada alma. Oremos también nosotros, oremos bien, oremos mucho, tanto con los labios como con el pensamiento…  y nuestros defectos se debilitarán. En la medida en que ardamos cada vez más de amor divino, podremos inflamar de un amor semejante también a los demás…” [4]

Una de las oraciones que él más amaba es la oración del rosario, decía “un modo sabio de enseñarnos cómo debemos profundizar los misterios de Jesús, desde su venida al mundo hasta la coronación como Reina del cielo de Aquella que fue su Madre. Pues bien, si deseamos elevarnos hasta llegar a conocerla a Ella y a enamorarnos de Jesús, debemos detenernos a
meditar estos misterios en unión con Ella, susurrando y repitiendo incesantemente el “Ave María”[5]. Otro escrito precisa que “es para niños y grandes, para las personas simples y cultas. También los incrédulos pueden rezar el rosario... y pueden impetrar para sí mismos la gracia de la verdad perfecta y de la fe[6]. “Con el rosario atraemos sobre nosotros y nuestra familia grandes bendiciones de Dios”[7].

El rezo del santo rosario nos acompañe cada día para recibir todos juntos la invitación de María: “Yo soy la Virgen del Rosario: continúen con el rezo del rosario por la salvación de la humanidad y la paz del mundo”. Con el Papa Francisco cada uno de nosotros pueda decir: “el rosario es la oración que acompaña siempre mi vida”.

Angela Esposito, mipk


[1] Cardenal portugués José Saravia Martins en su discurso de inauguración del 24° Congreso Mariano Internacional, 8 de setiembre de 2016.
[2]  Cfr. Juan Pablo II, Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae. N° 15 .
[3] Giacomo di Sarug, Cantico dell’amore, Bose-Magnano 1991, 15-16.
[4] EK 903
[5] EK 1297
[6] Cfr. EK 1171
[7] EK 1267