viernes, 14 de abril de 2017

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LA CELDA DEL AMOR, SIEMPRE ABIERTA - 14 DE ABRIL 2017

María desciende a las noches del mundo




Seguimos nuestro camino en los senderos de los dos centenarios (Fátima y la Milicia de la Inmaculada) con una reflexión sobre el Corazón Inmaculado de María.

“A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia... Su función no es la de... “completar” la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia… Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma”.[1]

“El Hijo de Dios es la única y definitiva Palabra del Padre. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino que haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer cosa otra alguna o novedad » (San Juan de la Cruz, n. 65, Subida al Monte Carmelo, 2, 22).[2]

Recibamos el consejo sabio de San Juan de la Cruz y encaminémonos sobre el camino del Evangelio. 

Santa Teresa del Niño Jesús había acogido con intuición profética lo que caracteriza verdaderamente a la Virgen María de Nazareth y su peregrinación en la fe: “No sería necesario decir de ella cosas inverosímiles o de que no se tienen certezas. Un discurso sobre la santa Virgen para ser fructuoso debe mostrar su vida real, la que el Evangelio hace entrever…”[3]

Nos ponemos así en escucha del Evangelio de la Anunciación. El anuncio a María es una evangelización para ella y para todos nosotros. 

“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 
a una virgen»… El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: «¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo»… «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?»… «El Espíritu Santo descenderá sobre ti»… «Yo soy la servidora del Señor…».[4]

“El Ángel entró en su casa”, en un día cualquiera, en un barrio de mala fama, Nazareth[5], en una casucha en la periferia del pueblo, a una joven normal con un poco más de 12 años. Dios se manifiesta a María, a diferencia de Zacarías[6], no con visiones, sino haciendo una irrupción en su casa, en su vida. 

“Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí…”. “Que se cumpla en mí” es una forma optativa del verbo griego e indica un deseo intenso; esto significa que María pronuncia su sí con todo el corazón, se hace vientre para el Hijo de Dios, enseñándonos que la verdadera devoción es tener a Dios adentro, llevarlo en nuestro ser, siendo portadores de vida. 

“María embarazada de Dios, en camino sobre los montes de Judea, es la imagen más potente que el Evangelio nos da sobre el sentido y el fin de nuestra vida. Es una metáfora prodigiosa. Estar “embarazados de Dios”, embarazados de luz, significa vivir en su Presencia. No es que siempre piense en Dos, está ya dentro mío, como un hijo en la madre” (Marina Marconi). Y Meister Eckhart escribe que “todos estamos llamados a ser madres de Dios, porque Dios tiene siempre necesidad de venir al mundo”.

La primera aparición de María, entonces, la encontramos en el Evangelio.

Cuando ella se aparece, lo hace solo para abrirnos el Evangelio que nosotros obstinadamente y tontamente intentamos de cerrar. Benedicto XVI[7] dirá: “La Virgen María bajó del cielo para recordarnos verdades del evangelio que son una fuente de esperanza para una humanidad, fría de amor y sin esperanza de salvación”.

María, por lo tanto, se inclina sobre la humanidad para socorrerla. A este punto nosotros entramos, en punta de pie, junto con el Card. Joseph Ratzinger[8] en el corazón del mensaje de Fátima: 

“La primera y segunda parte del secreto de Fátima han sido ya discutidas tan ampliamente por la literatura especializada que ya no hay que ilustrarlas más. Quisiera sólo llamar la atención brevemente sobre el punto más significativo. Los niños han experimentado durante un instante terrible una visión del infierno. Han visto la caída de las «almas de los pobres pecadores». Y se les dice por qué se les ha hecho pasar por ese momento: para «salvarlas», para mostrar un camino de salvación. Viene así a la mente la frase de la Primera Carta de Pedro: «meta de vuestra fe es la salvación de las almas» (1,9). Para este objetivo se indica como camino la devoción al Corazón Inmaculado de María. Para entender esto puede ser suficiente aquí una breve indicación. «Corazón» significa en el lenguaje de la Biblia el centro de la existencia humana, la confluencia de razón, voluntad, temperamento y sensibilidad, en la cual la persona encuentra su unidad y su orientación interior. El «corazón inmaculado » es, según Mt 5,8, un corazón que a partir de Dios ha alcanzado una perfecta unidad interior y, por lo tanto, «ve a Dios».[9]

Dios puso en María su corazón.

El Card. Ratzinger, continúa desarrollando el mismo pensamiento. “Quisiera al final volver aún sobre otra palabra clave del «secreto», que con razón se ha hecho famosa: «mi Corazón Inmaculado triunfará». ¿Qué quiere decir esto? Que el corazón abierto a Dios, purificado por la contemplación de Dios, es más fuerte que los fusiles y que cualquier tipo de arma. El fíat de María, la palabra de su corazón, ha cambiado la historia del mundo, porque ella ha introducido en el mundo al Salvador, porque gracias a este «sí» Dios pudo hacerse hombre en nuestro mundo y así permanece ahora y para siempre. El maligno tiene poder en este mundo, lo vemos y lo experimentamos continuamente; él tiene poder porque nuestra libertad se deja alejar continuamente de Dios. Pero desde que Dios mismo tiene un corazón humano y de ese modo ha dirigido la libertad del hombre hacia el bien, hacia Dios, la libertad hacia el mal ya no tiene la última palabra. Desde aquel momento cobran todo su valor las palabras de Jesús: «En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33). El mensaje de Fátima nos invita a confiar en esta promesa.[10]

“Lo que sucedió en Fátima aquel 13 de mayo de 1917 cambió la historia, nos mostró el camino para recorrer y reencontrar la esperanza, fue ese mismo acontecimiento el motivo y la fuente de esperanza a través de la extraordinaria promesa de María: “Al final mi corazón inmaculado triunfará”. 

Angela Esposito MIPK


[1] “El Mensaje de Fátima”, congregación para la Doctrina de la Fe”. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html
[2] Ib. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html
[3] Novissima Verba, Lisieux 1926,pp.154-158.
[4] Lc 1,26-38.
[5] Cfr. Jn 1,46.
[6] Lc 1,11.
[7] Discurso del Santo Padre Benedicto XVI Aeropuerto internacional de Lisboa Martes 11 de mayo de 2010 w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2010/may/documents/hf_ben-xvi_spe_20100511_accoglienza-ufficiale.html
[8] Perfecto de la Congregación para la Doctrina de la fe (1981-2005)
[9] El Mensaje de Fátima, Congregación para la Doctrina de la Fe (1981-2005) http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html
[10] Ib. http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_20000626_message-fatima_sp.html


www. kolbemission.org