viernes, 25 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2016...

Estimados amigos desde Bolivia queremos hacerles llegar nuestros mejores Augurios Navideños deseándoles también un bendecido Año de la Misericordia...



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domingo, 13 de diciembre de 2015

LA CELDA DEL AMOR, SIEMPRE ABIERTA - 14 de Diciembre 2015

Maximiliano Kolbe, hombre de misericordia
Al inicio de la Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia (Misericordiae vultus), el Papa Francisco, extasiado contempla: “Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, «rico en misericordia» (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como «Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad» (Ex 34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la «plenitud del tiempo» (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr. Jn 14,9)...” (MV 1)

María, envuelta por la misericordia de Dios, canta en el Magníficat que su nombre, con el cual será conocido de generación en generación, es Misericordia.

El término “misericordia” del griego “éleos”, traduce las palabras hebraicas “hesed” y “rahamîm”. “Hesed” significa: bondad, benevolencia, misericordia, don, fidelidad, perdón. Con “rahamîm” se expresa un amor uterino que es el de la madre que se conmueve por el hijo que lleva en su seno. Se trata de esas vísceras que el profeta Oseas nos describía como turbado por la compasión por nosotros[1]. La esencia de Dios es este amor visceral que no puede no amarnos en nuestra miseria.
Los dos vocablos hebraicos “hesed” y “rahamîm”, expresan un amor de ternura, un amor de pura gratuidad. Es un amor que acoge, se conmueve y perdona.

María, a los ojos de Dios que se inclina sobre ella, en el Hijo que lleva en su seno, reconoce la compasión de Dios. Reconoce la profundidad de su corazón que es la profundidad del corazón de la ternura, de la misericordia.

La feliz coincidencia que el Año Jubilar se abra el 8 de diciembre de 2015 es para nosotros, misioneras, misioneros, voluntarios y mílites de la Inmaculada, un motivo de alegría y un compromiso, porque como nos recuerda el Papa: “Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr. Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona”. (MV 3)

El año Jubilar es una ocasión espléndida para profundizar el misterio central del Evangelio: el amor misericordioso de Dios. El padre Kolbe nos acompañará todo el año de Gracia 2016 con el testimonio luminoso de su vida.

San Maximiliano M. Kolbe experimenta la misericordia divina en su historia personal como un don del Señor Jesús. Cuando supo que su hermano Francisco había decidido dejar la vida religiosa, escribe a su mamá: “Pobrecito Francisco. No alcanzo a comprender la misericordia divina con respecto a mí... Él fue el primero en pedir ser recibido en la Orden... Juntos nos habíamos acercado por primera vez a la santa comunión, habíamos recibido la confirmación, juntos fuimos a la escuela, juntos al noviciado, juntos habíamos hecho la profesión simple...
Antes del noviciado había sido más bien yo quien no quería pedir el hábito, es más, pretendía disuadirlo también a él... y entonces sucedió aquel hecho memorable, cuando, mientras iba a ver al P. Provincial para decirle que Francisco y yo no queríamos entrar en la Orden, oí el sonido del timbre que me llamaba al locutorio. La Providencia Divina en su infinita misericordia, por medio de la Inmaculada, te envió a ti, mamá, en un momento crítico para visitarnos, Y así Dios trastornó las tramas del demonio... Dejemos todo a la Providencia de Dios, en cuyas manos está el mundo entero y todos sus acontecimientos...” (EK 24).

San Maximiliano se sintió siempre envuelto por la misericordia de Dios. Por su potente intercesión puedan ser verdaderas para nosotros las palabras de deseo de Papa Francisco: “cualquiera que entrará por la Puerta de la Misericordia, podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza... Para todos este Año Santo sea vivido como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual”. (cfr. MV 3)



 Angela Esposito MIPK



[1] Cfr. Os 11,8


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