sábado, 13 de mayo de 2017

LA CELDA DEL AMOR, SIEMPRE ABIERTA, 14 DE MAYO 2017

María llama, los Papas responden


En la aparición del 13 de julio de 1917 la Virgen, en Fátima, pidió expresamente la consagración de Rusia a Su Corazón Inmaculado.
En los años sucesivos algunos Papas respondieron a este llamado de la Virgen.

En 1938 Pío XII consagró el mundo al Corazón Inmaculado de María: “A Vosotros, a Su Corazón Inmaculado nosotros, en esta hora trágica de la historia humana, confiamos, volvemos a poner, consagramos, no sólo la Santa Iglesia, sino también todo el mundo torturado por feroces discordias”.

En 1952, mientras la guerra de Corea estaba en su apogeo, repitió la consagración del mundo y de Rusia al Corazón Inmaculado de María.

Pablo VI, peregrinó a Fátima el 13 de mayo de 1967, invitó a “todos los hijos de la Iglesia a renovar personalmente la propia consagración al Corazón Inmaculado de la Madre de la Iglesia y a vivir este noble acto de culto con una vida más conforme a la Voluntad de Dios”.

Juan Pablo II, internado en el policlínico Gemelli, reflexionando sobre el atentado acaecido el 13 de mayo de 1981, comprendió que aquel acontecimiento estaba relacionado con Fátima y se convenció que “una mano, la del agresor, había disparado y otra mano había desviado la bala”. Quiere tomar la visión del tercer secreto de Fátima y pensó enseguida en la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María. El mismo hizo una oración que lo llamó “Acto de ofrecimiento”, de celebrarse en la Basílica de Santa María Mayor, en Roma, el 7 de junio de 1981.[1]

En ocasión de su visita a Fátima, el 13 de mayo de 1982, dijo: “Consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María, significa aproximarnos (acercarnos), mediante la intercesión de la Madre, a la propia Fuente de Vida, nacida en el Gólgota… significa volver de nuevo junto a la Cruz del Hijo. Pero quiere decir, además: consagrar este mundo al Corazón traspasado del Salvador, reconduciéndolo a la propia fuente de Redención… Consagrarse al Corazón de María quiere decir llegar a Jesús por el camino más breve, al Hijo a través de la Madre, para poder vivir con Él una experiencia personal de amistad y de amor. 

El 25 de marzo de 1984, en la Plaza San Pedro, el Papa, en unión espiritual con todos los obispos del mundo convocados precedentemente, confió nuevamente al Corazón Inmaculado de María a toda la humanidad y a todos los pueblos. Este acto solemne y universal de consagración fue considerado por Sor Lucía, en una carta del 8 de noviembre de 1989, correspondiente al querer de Nuestra Señora.

Benedicto XVI, el 13 de mayo del 2010, aniversario de la primera aparición, había confiado el mundo a María. Hizo esta espléndida reflexión:

“Con la familia humana lista a sacrificar sus lazos más santos sobre el altar de mezquinos egoísmos de nación, raza, ideología, grupo, individuo, ha venido del Cielo nuestra Madre bendita ofreciéndose para trasplantar en el corazón de todos los que se lo encomiendan el Amor de Dios que arde en el suyo."

En la oración de ofrecimiento de los sacerdotes reza así: “Madre de la Iglesia, nosotros, sacerdotes, queremos ser pastores que no se apacientan así mismos, sino que se entregan a Dios por los hermanos, encontrando la felicidad en esto. Queremos cada día repetir humildemente no sólo de palabra sino con la vida, nuestro “aquí estoy”…[2]

El Papa Francisco abrió solemnemente, el 12 de octubre de 2013, la Jornada mariana en la plaza San Pedro, delante de la estatua de la Virgen, venida de Fátima, con estas palabras:

“Queridos hermanos y hermanas, este encuentro del Año de la Fe está dedicado a María, la Madre de Cristo y de la Iglesia, Madre nuestra. Su estatua, venida de Fátima, nos ayuda a sentir su presencia en medio a nosotros. Es una realidad: María siempre nos lleva a Jesús. Es una mujer de fe, una verdadera creyente…”[3]

Dirigiéndose a la Virgen concluye: “Acoge con benevolencia de Madre el acto de ofrecimiento que hoy hacemos con confianza, delante a esta imagen tan querida por todos nosotros”.

¿Por qué la Virgen pide de confiarnos a su Corazón Inmaculado? Su corazón, bajo el cual llevó al Hijo de Dios, es el símbolo y el signo del amor total, su ejemplo del amor de Cristo.

María nos pide de consagrarnos a su Corazón Inmaculado porque en él está sólo Dios y su Palabra como podemos constatar en el Magníficat, que es un mosaico de textos extraídos del Antiguo Testamento[4]. Ningún versículo es original. Los textos son múltiples, pero no son tomados por casualidad. Lo que podría ser considerado un límite, en el sentido que María no dice palabras suyas, se convierte en una propuesta para nosotros: María reza y canta con las palabras de Dios! El canto del magníficat revela la gran familiaridad de la madre de Jesús con la Escritura.

Cuando una persona habla, dice lo que lleva en el corazón, así cuando María habla no presenta argumentaciones de fe, ni intelectualismos inútiles, sino que cuenta su experiencia con Dios, lo que Dios hizo en su vida y en la vida de su pueblo[5].

Nos confiamos a su Corazón para decir nuevamente nuestro “Aquí estoy” y poder dirigirnos a la Madre con estas palabras:

“María, tú que estás toda inmersa en Dios, invoca de Dios, para nosotros, un corazón completamente renovado, que ame a Dios con todas sus propias fuerzas y sirva a la humanidad como hiciste Tú”.

Dejémonos guiar por María.

Su Corazón Inmaculado sea nuestro refugio y el camino que nos conduce a Cristo.


Angela Esposito MIPK


[1] Solemnidad de Pentecostés, día elegido para recordar el 1600° aniversario del primer Concilio Costantinopolitano y el 1550° aniversario del Concilio de Éfeso.
[2] Acto de Consagración, Fátima 13 de mayo 2010
http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/prayers/documents/hf_ben-xvi_20100512_affidamento-fatima.html
[3] El evento, hace parte del Año de la Fe, coincide con la última aparición en Fátima, el 13 de octubre de 1917.
[4] Cfr. 1 Sam 2,1-10 ; Ez 15,1ss. Y muchos otros.
[5] En este tema es significativa la reflexión que Benedicto XVI nos ofrece en la exhortación apostólica postsinodal “Verbum Domini”, n° 28.

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