viernes, 10 de octubre de 2014

CELDA DEL AMOR - 14 DE OCTUBRE 2014

Padre Kolbe, el misionero 
“en salida”. Una vida en salida

El centro de nuestra reflexión para este mes misionero, es el Mensaje para la Jornada mundial de las misiones del Papa Francisco. Recordamos juntos algunos pasajes más sobresalientes. El Papa nos invita a “salir hacia la humanidad”.... Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. La iglesia es misionera por naturaleza: la iglesia ha nacido “en salida”… Quisiera ofrecer una imagen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf.10,21-23). El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesús. Después de cumplir con esta misión de anuncio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema dominante de esta primera e inolvidable experiencia misionera[1]. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús.” (EG 1)

Padre Kolbe es un misionero ardiente, apasionado de Dios y del ser humano. Considera el apostolado, no como una cuestión de táctica organizativa, sino como reflejo de la riqueza de gracia de un corazón conquistado por Dios mediante el ofrecimiento de sí a la Inmaculada. Dirá que “el apostolado es una obra sublime, muy sublime, es una colaboración (si se puede expresar así) con Dios mismo en la obra de perfección, de santificación y de hacer felices a los hombres.”[2] Por este motivo da inicio a la Milicia de la Inmaculada[3], Asociación eclesial: a la que pueden pertenecer todos: consagrados y laicos.

Como la Iglesia, también la Milicia de la Inmaculada nació “en salida”. ‹Se llama “Milicia” porque aquellos que se consagran a la Inmaculada... desean conquistar para la Inmaculada, lo más pronto posible, el mundo entero y cada una de las almas sin excepción. ›[4]
Padre Kolbe es el misionero siempre en “salida” desde el momento de la formación. Su salud es frágil, tiene tuberculosis. No se puede quedar tranquilo adentro del convento, se siente quemar por la pasión por el Reino de Dios y quiere conquistar todo el mundo a la Inmaculada. En 1925, en un artículo de su revista, define el perfil del misionero: “este no reduce su corazón sólo a sí mismo y a su familia, a los parientes y vecinos, a los amigos, a los compatriotas, sino que abraza junto con ellos al mundo entero, a todos y a cada uno, ya que todos los redimidos por la Sangre de Jesús, sin ninguna excepción, son nuestros hermanos.”[5]

Es el hombre del éxodo. Solo después de tres años de la Fundación de Niepokalanów parte en misión porque, como el mismo dirá: “Mi mirada es atraída hacia nuevos horizontes”[6] y con cuatro frailes se aventuran hacia el oriente. El celo misionero del padre Kolbe es asombroso: sus confines son el mundo entero. El pobre de los pobres dio empuje a la “globalización” de los pobres. Naturalmente el padre Kolbe no conoce el término “globalización”, pero de hecho lo concreta en el sentido que quiere llegar a todos para llevarles la Buena Noticia.

Es atraído por vocación al “siempre más”, al “siempre mejor” porque la alegría del Evangelio alcance hasta los confines de la tierra. Al respecto tiene una expresión muy linda: “No mañana, ni siquiera esta noche, sino ahora. No poco, sino mucho. No una sola región sino el mundo entero”, porque “cuando el fuego del amor se inflama, no encuentra sitio en el corazón, sino que se propaga fuera de él, enciende, devora, absorbe, otros corazones. Conquista cada vez más almas para su ideal, para la Inmaculada”[7] y esto lo más pronto posible, lo más pronto posible.
“Lo más pronto posible” es una expresión que está muy presente en el vocabulario misionero del padre Kolbe. “Lo más pronto” y “en salida” para estar dentro de los problemas de la gente. Para anunciar un Dios enamorado del ser humano.

En camino, sin parar, hasta el fin de su vida, cuando sale de la fila para ofrecer su vida en lugar de un padre de familia. En salida hacia el Bunker de la muerte para acompañar a sus compañeros a morir con dignidad, cantando las alabanzas de Dios, rezando y suplicando el perdón para sus verdugos. En salida para entrar y sumergirse en los abismos del infierno de Auschwitz. En los abismos del odio.  

 “Murió un hombre y se salvó la humanidad”[8]: Nos alegramos por este testimonio de amor que hizo brillar la fuerza del evangelio en las tinieblas del mal. Cantamos con María nuestro Magnifcat por llevar la alegría del Evangelio. Que ninguna periferia sea privada de su luz. Que todos entren en este río de alegría!

Angela Esposito



[1] Mensaje del Papa Francisco para la jornada mundial de las misiones. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/missions/documents/papa-francesco_20140608_giornata-missionaria2014.html
[2] EK 1071
[3] Asociación  de fieles,  publica e internacional, de derecho pontificio, aprobada el 16 octubre 1997.

[4] EK 1327
[5] EK 1088
[6] EK 503
[7] EK 1325.
[8] Juan Pablo II en Auschwitz, junio 1979.