“Cuando ustedes digan «sí»,
que sea sí, y cuando digan
«no», que sea no.
Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.”
(Mt
5, 37)
«Ustedes han oído que se dijo a los antepasados… Pero yo les
digo…»1. “Ustedes han oído, pero yo les digo” no es de puro contraste. Jesús no
ha venido a abolir, sino a darle cumplimiento. El ideal religioso de los
hebreros devotos consistía en el observar la ley. A una práctica demasiado
formal y vacía, que se conforma con hacer sórdidamente sólo cuanto es prescrito
por la ley, Jesús contrapone su ley, cuya medida es el amor. Un amor que es
gratuidad, libertad, generosidad.
1 Mt 5, 21-22.27-28. 31-32.33-34.38-39. 43-44.
2 El Talmud es un texto sagrado del Judaísmo.
v. 37: “Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan
«no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.”
Que nuestro hablar sea sí si es sí, no si es no. En el medio puede
estar solo "el no sé", pero no como “astucia o viveza???” o pereza,
sino como silencio de caridad o búsqueda de la verdad. En el Talmud2 leemos: «enseña a
tu lengua a decir “no se”... para que no seas tenido por mentiroso». Qué
lindo poder decir, en el momento oportuno, “no se” para evitar hablar con
demasiada seguridad de las cosas que no nos pertenecen o que apenas conocemos.
La boca debe expresar lo que hay en el corazón, sin doblez, sin
falsedad. Jesús a sus discípulos les desea y los invita a un lenguaje de
franqueza, no de diplomacia, no de conveniencia. Jesús enseña el amor
incondicionado a la verdad: “Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando
digan «no», que sea no…” Jesús desea una transparencia tal hacia el otro que
basta mi palabra para hacerlo sentir seguro, una confianza ilimitada entre
nosotros que cuando digo "sí" es sí y tú puedes contar con nosotros.
Padre Kolbe, un hombre de verdad, de rectitud, no duda de
comprometerse, aunque ponga en juego su propia vida, basta con recordar lo que
responde a quien quería ponerlo de su parte a cambio de la vida: “Soy y seguiré
siendo polaco”. Como diciendo: No habrá nadie que me haga cambiar de idea,
cueste lo que cueste.
Padre Kolbe no conoce los términos de corresponsabilidad y de
diversidad, pero los vive en su propia vida. Un hombre entero, no mira de
frente a ninguno y en sus elecciones no piensa en los beneficios que puede
tener para sí o en su reputación. En un encuentro comunitario en Niepokalanów,
un fraile lo contradice abiertamente. Después del encuentro el padre
Maximiliano lo llama y le dice: “No le tengo miedo a los perros que ladran...
te elijo como mi secretario personal”.
“Parecía que
el padre Maximiliano actuaba por inspiración divina. Esto facilitaba el sí o el
no a sus frailes”. Él no está enfermo de eficientismo, sino que piensa siempre
en el bien del otro. Un día lo llaman porque una máquina se rompió, había gran
humo, el trabajo se suspendió y él busca al fraile responsable de lo que pasó,
se le acerca y le pregunta: “¿estás bien? ¿Te hiciste daño?”
Un sí libre puede ser dicho solo por personas libres. Libres y
desprendidas del poder de las creaturas, libres y desprendidas del poder de las
cosas. Algunos testimonios nos cuentan:
“El padre Maximiliano no tenía “personas predilectas”, porque cada
uno es hijo predilecto de Dios que da a cada persona una dignidad muy grande”.
Padre Maximiliano tiene la capacidad de decir con el ejemplo de su
propia vida si y no en el momento justo, porque es una persona que tiene un
corazón indiviso, que está delante de Dios, todo entregado al servicio de Dios.
Es un hombre que hizo una elección sin compromiso por la causa de Dios y por
Dios arde de pasión y como consecuencia, “Lo que decía con su boca era una
hablar transparente. Venía de la plenitud de su corazón”.
ü
Es necesario renunciar constantemente a todos los privilegios para
estar en comunión con los otros, porque sólo un sí libre de beneficios, de
privilegios, nos pone en relación con los demás y no nos separa.
ü
Estamos llamados a decir un sí de verdad, de libertad, de
transparencia y de consecuencia un no para hacer elecciones que requieren un
gran coraje y por todas las injusticias grandes o chicas que cometemos también
nosotros.
ü Estamos
llamados a introducir en el ambiente palabras de sentido, a purificarlo de
palabras que lo contaminan.
¡Qué revolución! ¡Qué profecía!
Angela Esposito
por la
comunidad