martes, 14 de abril de 2015

"LA CELDA DEL AMOR, SIEMPRE ABIERTA" - 14 DE ABRIL 2015

PADRE KOLBE, TESTIMONIO DE ALEGRÍA


La palabra “alegría” en la Biblia aparece 225 veces en el Antiguo Testamento y 72 veces en el Nuevo Testamento, lo que constituye para nosotros un mensaje especial.
Ojeamos juntos el Antiguo y Nuevo Testamento para recoger las perlas que se nos regalan para nuestra alegría: “Yo desbordo de alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios” (Is 61,10); “has puesto en mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el vino” (Sal 4,8); “Aclame al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría, lleguen hasta él con cantos jubilosos” (Sal 100,2).
¿Pero cuáles son los motivos de alegría para el pueblo de Israel? Dios ama a su pueblo “con un amor eterno” (Jer 31,3), con un amor “fuerte como la muerte” (Ct 8,6), con un amor tiernísimo como el de la madre con su pequeño hijo (cfr. Is 49,15). Del Antiguo Testamento al Apocalipsis la felicidad recorre toda la Escritura, con momentos de oscuridad y noche, pero con la certeza de la victoria final.

La alegría es la característica de los Evangelios, en particular del Evangelio de Lucas como sucede en el saludo del Ángel a María: « ¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo». 
“Alégrate” es la primera palabra de la Nueva Alianza. La primera palabra que Dios dirige al mundo, dirigiéndose a María, en el día que finalmente ha llegado. Dios ordena de alegrarnos, de gozar. Y el motivo de esta buena noticia es porque el “Señor está contigo”, el “Señor está con nosotros”. Con Dios en el corazón María se alegra, canta, danza: es una creyente llena de gozo, como la vemos en
el Magnificat, y nos invita también a nosotros a danzar, a alegrarnos con Ella en la presencia del Señor que está dentro de cada uno de nosotros.
Es la alegría, el núcleo del mensaje de la 19º Jornada Mundial de la Vida Consagrada del 2 de febrero de 2015. En la Carta a los Consagrados, el Papa, los Obispos italianos recuerdan que donde están los consagrados hay alegría, en primer lugar porque reconocen en sí mismo, y en todos los lugares y momentos de la vida, la obra de un Dios que salva con alegría. La presencia de los consagrados
y consagradas en la Iglesia es por lo tanto un motivo para alegrarnos.
¿Cómo no recordar, como telón de fondo, el testimonio del Padre Kolbe que Pablo VI llama “imagen luminosa para nuestra generación, legítimo discípulo de San Francisco? Durante las pruebas más dolorosas que ensangrentaron nuestra época, él se ofreció espontáneamente a la muerte para salvar a un hermano desconocido; y los testimonios nos dicen que ese lugar de sufrimiento, que con frecuencia era imagen del infierno, de algún modo fue cambiado, por sus desafortunados compañeros y por él mismo, por la antecámara de la vida eterna, por su paz interior, por su serenidad, por su alegría. [1] 

Pablo VI presentó al Padre Kolbe como testimonio de alegría. ¿Quién lo hubiera imaginado? Sin lugar a dudas, es testimonio de alegría. Sin alegría, para Padre Kolbe, no haría motivo para dedicarse a la misión y menos aún, para abrazar la vocación.

Dejemos la palabra al padre Maximiliano para escuchar de su viva voz, por medio de sus escritos y los textos de las Conferencias [2], que piensa de la alegría. Siendo clérigo muy joven, durante un curso de ejercicios espirituales, está convencido que uno de los signos en el orden religioso, es el espíritu del silencio y de la alegría. 

“El triste manifiesta en cierto modo la pena de haberse consagrado a Dios” [3]. La alegría, es en primer lugar, un don de Dios, no se encuentra en las fuerzas humanas. “El manantial de la felicidad y de la paz no está afuera, sino dentro de nosotros…” [4] pero a menudo lo olvidamos. Pensamos que son las cosas las que llenan el corazón pero después nos damos cuenta de que no es así.
“Ninguna felicidad de este mundo puede satisfacer totalmente el corazón del hombre. Desea más, siempre más. ¿Cuándo finalmente, se sentirá satisfecho? Aun cuando encuentre la mayor felicidad, apenas ve en ella algún límite, lo supera con el deseo y dice: ¡Oh, si pudiese desaparecer incluso este límite! Entonces, ¿qué felicidad desea?” [5] 
Lo descubriremos en la meditación del próximo mes.

Angela Esposito, mipk

[1]Pablo VI, Gaudete in Domino, AAS (1975).
[2]El texto completo de las Conferencia, por el momento, están solo en el idioma original, en polaco.
[3]EK 962
[4]EK 935
[5]EK 1296.


sábado, 4 de abril de 2015

FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!!!

El Señor Resucitó... Aleluya!


Amigos y amigas, compartimos con cada unos de ustedes la alegría de la resurrección del Señor!
Que la luz del Resucitado los ilumine siempre...
con cariño

Las Misioneras de las Comunidades de Bolivia