14 de Agosto de 2014
La Inmaculada: Mujer Eucarística
En
la celebración Eucarística, subraya Juan Pablo II, nosotros recibimos siempre,
con el memorial de la muerte de Cristo, también el don de María, regalo que
recibimos a los pies de la cruz en la persona de Juan: “Aquí tienes a tu
Madre”. “Vivir en la Eucaristía el memorial de la muerte de Cristo implica
también recibir continuamente este don. Significa tomar con nosotros, a ejemplo
de Juan, a quien una vez nos fue entregada como Madre. Significa asumir, al
mismo tiempo, el compromiso de conformarnos a Cristo, aprendiendo de su Madre y
dejándonos acompañar por ella. María está presente con la Iglesia, y como Madre
de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas.”1
Como
se evidencia en el pensamiento de Juan Pablo II, existe una estrecha relación
entre la Eucaristía y la Madre del Señor. Relación que siempre ha intuido y contemplado
el Padre Kolbe. En la encíclica Redentoris Mater Juan Pablo II afirma: “María
guía a los fieles a la Eucaristía. El Padre Kolbe está plenamente convencido
porque la Inmaculada, habiendo llegado al grado más alto de unión con Cristo,
Ella como gran experta, puede guiarnos a la más alta escala del amor divino,
enseñándonos maravillosamente a recibir y a gozar de Jesús Eucaristía.
De
esta realidad nace como una necesidad de vida el confiarse plenamente a Ella
para hacer verdaderamente de la Eucaristía, el centro de la vida interior y el
secreto de la santidad. Se convierte en una necesidad de vida donar todo
aquello que Dios pone en sus manos y desea a sus hermanos de Mugenzai no Sono
de dejarse penetrar cada vez más por sus pensamientos, sus intenciones y su
amor que Ella, la Inmaculada, tenía por Jesús en la Eucaristía”2. Para Fray B.
Mieczkowski “es la Inmaculada que, como verdadera Madre, ha enseñado a su Hijo
Maximiliano una autentica adoración del Rey del amor y lo ha animado en la
unión cordial con Jesús. Ella le ha enseñado como se ama a Jesús, es más, le ha
concedido de amarlo según su corazón”
María
es Aquella que, en la unión con Cristo, llega al grado más alto, por esto Padre
Kolbe pide a sus hermanos de Mugenzai no Sono, de dejarse penetrar siempre más
de sus pensamientos, de sus intenciones, del amor que la Inmaculada tenía por
Jesús en la Eucaristía. En un escrito dirá: “Ella te enseñará a corresponder a
Jesús con un amor sin medida, por el amor que Él demostró en la cruz y en el
Ssmo Sacramento del altar”3.
“No
hay mejor preparación a la santa comunión que ofrecerla a la Inmaculada. Ella
prepara nuestro corazón de la mejor manera... lo transformará en una morada
digna de Jesús, para acogerlo como Ella sola lo sabe hacer... podremos estar
seguros de procurar así a Jesús la mayor alegría, de manifestarle el amor más
grande”4. “Y después de la sagrada comunión rezaremos nuevamente a la
Inmaculada para que Ella misma quiera tener la compañía de Jesús presente en
nuestra alma y hacerla tan feliz como nadie ha podido hasta ahora”
Completamente
entregado a la Madre, padre Kolbe se deja compenetrar siempre más del grande
misterio que es la Eucaristía, que para él es verdaderamente “el Dios encarnado
y escondido bajo la apariencia del pan”5 bajo las apariencias de cada hombre y mujer que vive
al lado. Por esto, 2 como hace mención fray Borodziej, el
padre Maximiliano “no tenía apuro en construir iglesias espléndidas y adquirir
vasos sagrados. Una vez, en Niepokalanów, se enfermó un fraile y en el convento
faltaba de todo, también la plata para comprar los remedios necesarios para su
recuperación. Entonces el padre Maximiliano llamó a fray Dudek que era
enfermero y también sacristán, y le pregunta cuántos cálices tiene y le
responde “dos”, entonces le dijo: “agarrá uno, vendelo en Varsavia y comprá
todo lo que se necesita para curar al enfermo”. Cuando vio a fray Giorgio
desconcertado y maravillado, agrega: “Para salvar el templo vivo, en el cual
Jesús cada día recibe acogida, se puede vender un vaso sagrado”.
Conclusión:
En el 37° Congreso Eucarístico Internacional celebrado en
1960 en Mónaco, Alemania, el arzobispo Nicolás Canino, miembro de la MI,
celebró la Misa y subrayó en la homilía: “Padre Kolbe, según el ejemplo de
Cristo, que dio la vida por el hermano, nos invita a seguir sus huellas para
conducir el mundo a Cristo a través de la Inmaculada. Lo mismo el Cardenal
Julio Dopfner, indicó a todos los congresistas, al mártir de la caridad, como
ejemplo para imitar con estas palabras: “Solo con hombres como el Padre Kolbe
que viven íntegramente su cristianismo, podemos hoy acercar y conducir a todas
las personas perdidas a la casa del Padre, y así a la salvación”6.
Muchas veces Juan Pablo II habló de s. Maximiliano viendo en
el mártir de Auschwitz “el modelo del sacerdote moderno”7, la encarnación viviente del sacerdote y de la misión a la
cual es llamado”. En el tiempo en el que era Cardenal, Karol Wojtyla había
expresado lo siguiente, que resume perfectamente la figura del Padre Kolbe: “La
Eucaristía se convirtió en la realización de su vocación y de su vida”. Y Mons.
Andrea Casarano, después de la canonización, dirá: “el ejemplo admirable del
padre Kolbe, conseguirá sacudir la apatía del siglo, reforzará la fe de los
pueblos católicos, reavivará el amor a la Virgen, gritará a los que están
perdidos toda la belleza del sacerdocio católico, reconducirá a los que están
extraviados al seno materno de la Santa Iglesia” 8
Para nosotros
Al final de estas reflexiones sobre el “Padre Kolbe y la
eucaristía” que venimos compartiendo estos tres meses, podemos parafrasear las
palabras de Mons. Andrea Casarano y preguntarnos: ¿lograremos nosotros dejarnos
sacudir de la apatía de nuestro tiempo e inflamarnos por el Señor? Nos dejamos
guiar de la misma Palabra de Dios: “En cuanto recibió el bocado, Satanás
entró en él... Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era
de noche”9.
Judas salió, comenta Benedicto XVI, en un sentido más
profundo, entra en la noche, se va de la luz hacia la oscuridad, el “poder de
las tinieblas” lo ha aferrado”10. El Padre Kolbe se nutre de la mesa
del amor y con la madre a su lado y en su corazón, se deja contagiar y encender
del poder del crucifijo. Crucificado por amor. Toda su vida fue una llama ardiente
de amor encendida y alimentada de la Inmaculada y se ha convertido en testigo
de luz en las tinieblas del mundo.
A cada uno de nosotros Jesús nos deja la libertad de decirle
que sí. No hay tantos “modos de llevar a María”. Para padre Kolbe hay uno solo:
“Acogerla, dejarse transformar, llegar a transformarnos en Ella, convertirnos
en Ella para conformarnos a Jesús Eucaristía. Y también nosotros seremos “panes
partidos”. También nosotros, en este mundo oscuro, seremos luz!
1 Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, 57
2 Cf. SK 757.
3 EK 715.
4 EK 643
5 EK 988 A
Angela
por la comunidad